Friday, March 02, 2007

SILVIO COMO SIEMPRE



Silvio en Chile. Auspicia Citibank…increíble.

Estadio Arena Santiago, 21:10 hrs. 15 mil personas pagaron al menos 20 dólares para ver al cantante de la tierra de Fidel. Bastante más gordo asoma en el escenario. La masa lo idolatra. Cómo no? Todos ahí crecimos escuchando su música, imitando su canto nasal, y tomando más de alguna vez una guitarra con el firme e ilusorio propósito de tocar una de sus canciones.

Cuando mi hermana partió a estudiar al sur, dejando en casa a una madre enferma y a unos hermanos en plena confusión, empezó mi relación con la música del trovador. Vivir en provincia, sin radios, sin otro canal más que la red estatal era vivir en una burbuja. Solo el aire universitario que ella traía en sus maletas cada vez que nos visitaba nos conectaba con el mundo. Desde un cuaderno escrito con perfecta letra caligráfica aprendí canciones que no conocía en otra versión más que la interpretada por la voz de mi hermana.

Silvio canta ahora “la era está pariendo un corazón” y no puedo dejar de recordar esos días. A mis 11 años de edad , las rimas del cubano más taquillero del planeta se impregnaban en mi historia. Luego vendrían peñas y el insoportable imitador chilensis con su “Unicornio”, época de protestas entonando a coro “Te doy una canción”, dolores del corazón con “Imagínate”, largas noches de tertulia universitarias con “Óleo de mujer con sombrero”, y el reencuentro a la emoción con esa maravillosa “Quién fuera”.

La vida sigue. Mi hermana, Ester, ya tiene una familia, hijos. Ya no lee tanto como antes. Ya no entona “El Mayor” como en aquellos días. Sus dos hijos seguramente nunca entenderán la gracia de escuchar a un chillón que no rapea y no tiene video clips. Silvio ya no huele a peña, a vino navegado, a lacrimógena.

Lo escucho y cierro los ojos para vivir ese increíble efecto que provoca la música: transportarte a los momentos vividos con ese soundtrack a flor de piel. Cierro los ojos y puedo oler el hogar. Puedo sentir la conexión con mis hermanos. Puedo mirar con admiración a mi hermana que me incorporaba al mundo.

Silvio está ahí y qué importa que ya nada sea como antes. No es lo mismo, pero es igual.

Por favor, Rankeame(1-5)

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