Las crisis de pareja son así. Largos silencios, rostros inexpresivos, pero no por falta de dolor sino más bien por imposibilidad de manifestar el miedo, la tristeza; dialogos sin razón, con temas irrelevantes como una forma de llenar el vacío, angustia de saber que la situación se ha hecho pública, relatos de sueños no llevados a cabo, confesiones de cosas que ocultamos y que en el borde del abismo somo capaces de revelar en un acto casi de redención cuando ya no hay nada que cuidar.
Asi son las crisis terminales..."estables dentro de la gravedad"...
Lo bueno de llorar , de Bize, tiene todos esos ingredientes. Pero principalmente tiene silencio, que hace denso cada segundo que transcurre en los planos secuencia larguísimos, que incomodan al espectador (sobretodo al que fue en busca de una película de acción) porque hace pensar, y hoy por hoy no muchos están para ese ejercicio.
A mi modo de ver el hecho de que se haya filmado en once dias puede ser tanto positivo, por la espontaneidad y frescura de lo presentado, como en contra, por escenas que resultan algo excesivas.
Al contrario de En la cama (y este comentario no tiene nada de original) donde una pareja de desconocidos se enfrentaba a un dialogo extenso y reducido a una habitación; acá la trama es de una pareja con algo ya de historia, con pocas palabras y con un constante caminar y recorrer de espacios.
Me quedo con el fondo más que con la forma. Me quedo con la carrera que ambos emprenden huyendo luego de romper el parabrisas de un auto (buenisima la música de ese instante). Me quedo con la desgarradora escena del supermercado.Me quedo con ellos de la mano en un amanecer luego de una larga noche, lo que no significa para nada un final de reconciliación.
Lo bueno de llorar es distinta y no perfecta. “Quiero que cada una de mis películas sea una opera prima” dijo Bize. Y esta es una buena historia para empezar de nuevo. Con eso me basta.
